España: escapadas con punto a la vuelta de la esquina
- A noviembre 13, 2021
- Por Elena del Amo
- En Blog, Consúltame tu viaje
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Todavía (y crucemos los dedos para que esta barbaridad no dure mucho más), hay que pensárselo bien antes de emprender un viaje de larga distancia. También los míos, que es de lo que vivo, se frenaron casi en seco hace ya demasiado, aunque eso me ha permitido conocer mucho más a fondo España. Plantarte en la otra punta del planeta aporta otras cosas, pero también a la vuelta de la esquina aguardan planazos de primera.
Acababan de desconfinarnos cuando un loco de la bici me invitó a sumarme a un grupito de alegres ciclistas para pedalear por uno de los tramos de CiclaMadrid. Y, no, no se trata de hacerlo por la ciudad, sino por los más de 1.200 km de rutas ciclistas que hay por la Comunidad. Se puede hacer por tramos, claro, y, para los ciclistas “farsantes” como una servidora, en las bicis eléctricas que alquilan puñados de empresitas.
Pedalear entre viñedos, castillos, monasterios, pueblos preciosos, vías pecuarias y cañadas reales, zonas sobrevoladas por una barbaridad de aves… Si te apetece la idea (¡no doy crédito a que CiclaMadrid se conozca tan poco!), échale un vistazo a este reportaje que saqué en la web de viajes de HOLA.
Poco después tuve el privilegio de visitar la Alhambra casi a solas, sin las hordas habituales de turistas, y encima de la mano de Blanca Espigares, una arquitecta “alhambreña” que te enseña a descubrir el patrimonio andaluz a través de sus ojos, llenos de cariño y de conocimiento.
Confieso que antes le tenía bastante manía al palacio de Carlos V; precioso, pero tan metido con calzador en este tesoro nazarí que me parecía un pegote fuera de lugar. Ella me hizo cambiar de opinión. Me hizo ver cómo, gracias a este palacio, la Alhambra muy probablemente no se convirtió en una ruina. Porque lo que no se usa se abandona, y los reyes castellanos no sabían habitar la arquitectura de la Alhambra. Gracias a la construcción de este palacio renacentista –ahí sí se sentían cómodos y sabían cómo usar sus dependencias– siguieron viniendo y el recinto nunca se abandonó. Mucho de lo que Blanca me contó, te lo cuento en este reportaje.
Otra mujer adorable que conocí recorriendo de cabo a rabo el Maestrazgo fue Serafina Buj, creadora de la iniciativa “Abriendo pueblos”. Como en las aldeas más retiradas de esta joyita de la España vaciada sus monumentos están casi siempre cerrados, ella consigue las llaves de hornos templarios, iglesias medievales, palacios renacentistas, mazmorras, viejas escuelas y hasta “esconjuraderos” donde antaño se intentaban aplacar plagas, tormentas y otros peligros para las cosechas.
Cargada con manojos de llaves como del castillo de la madrastra, aparece en sus rutas, totalmente a la medida y a unos precios irrisorios. Todos los detalles, en este reportaje.
Emocionante también el Monasterio de Santa María de Rioseco, en las Merindades de Burgos, donde el párroco y exprofesor de filosofía Juanmi Gutiérrez, junto a una legión de vecinos y voluntarios, se lanzaron a rescatar este monasterio cisterciense del abandono y las zarzas. Hoy acogen desde conciertos de jazz hasta talleres de cantería en los que aprender a trabajar la piedra como en la Edad Media.
Y para rematar con una dosis de “amor y lujo”, los brunch, la hora del té, las copas en la azotea y demás excusas con glamour para colarte en los nuevos hoteles a todo trapo de Madrid: desde el Four Seasons hasta el renovado Ritz o el Hard Rock Hotel.
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