Châteaux de Burdeos, la carretera que pinta en copas
- A febrero 25, 2016
- Por Elena del Amo
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La carreterita D-2 se señaliza, y no por casualidad, como la Route des Châteaux. Cierto que los franceses, como reyes del márketing que son, le dicen castillo hasta a la última bodega campesina en la que comprarle un par de botellas a un paisano. De ahí que por estos pagos se contabilicen por miles. No es menos cierto, sin embargo, que varias decenas de ellos, con sus torres y almenas, sus jardines y su porte versallesco, sí se merecen el nombre de château con todas las de la ley.
Partiendo de Burdeos, a lo largo de casi un centenar de kilómetros por la región vinícola del Médoc, las cavas de una barbaridad de palacios abren sus puertas a los interesados en conocer los secretos de algunos de los caldos más respetados y más caros del mundo. Basta enfilar por la comarcal D-2 para toparse con este aristocrático universo erigido hace un puñado de siglos por el vino, y que todavía hoy vive en esencia de él y para él.
Desde Blanquefort hasta el epicentro vinícola de Pauillac, hay tramos en los que la concentración de castillos es de no dar crédito. Si uno parece insuperable, el siguiente, que no tarda en aflorar entre ordenadas hileras de viña que se pierden en el horizonte, lo es más aún.
Para un par de días y aconsejablemente en coche cuatro castillos serían más que suficiente… Si te apetece seguir leyendo sobre algunos de los vinos más célebres del mundo y los castillos o châteaux donde se fraguan sus alquimias, aquí puedes enlazar al reportaje completo, que acabo de publicar en la sección de viajes del periódico El Mundo. A disfrutar, pero con moderación, ¡que vamos al volante y pintan curvas!
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