Paco Martínez Soria en la terminal de los jeques
- A febrero 13, 2013
- Por Elena del Amo
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A veces a algunos periodistas nos tratan como a gente importante. A mi, todo sea dicho, cada vez me ocurre menos (quiero pensar que por la crisis). Hace unas semanas tuve que hacer escala en el aeropuerto de Doha y, quién sabe qué clave secreta escondería mi billete, que me dejaron pasar las ocho horas de espera en la Premium Terminal de Qatar Airways, que no es una zona exclusiva sino una terminal entera que oficia como coto privado de los que surcan los cielos repanchingados felizmente en las butacas de primera y business. Solo puedo decir que, después de esto, será duro regresar a las colas de Ryanair, más habitual y acorde a mis economías de freelance.
Los más jóvenes que no sepan quién es Paco Martínez Soria ya están tardando en teclear en Google “La ciudad no es para mi” y hacerse con esta película en la que un adorable paleto aterriza en la flor y nata del Madrid de los sesenta. Los de una cierta edad quizá estén figurándose el pasmo de una servidora –¡y eso que está muy viajada!– al colarse en la terminal VIP de los jeques.
Para abrir boca, un buen mozo impecablemente uniformado y provisto de un cartel con mi nombre esperaba a los pies de la escalerilla del avión para conducirme a ella en un vehículo privado, ante mi indisimulado asombro y el del resto del personal, que se imaginaría que era algo así como Lady Gaga de paisano. Guiada por el amable azafato, pude dejar bultos y abrigo en el guardarropa y, tras ayudarme a buscar asiento en el salón –¡la de ricos que hay por el mundo… a última hora de la tarde se pone que no cabe un alfiler!–, comenzó a enumerar todo lo que podría hacer para matar el tiempo en la noche entera que tenía por delante. La cosa daba tanto de sí que empezó a subirme un sudor frío viendo que no me daba tiempo a todo.
Para bajar la impresión, una ducha. En aquel baño aguardaba una señorita cuya misión consistía en hacer entrega de las toallas y conducirte al recinto en el que, por supuesto en rigurosa intimidad, adecentarte con las primorosas monodosis de L’Occitane que vive dios guardé de souvenir. Perfumada con el adictivo aroma de su gel de Verveine, ya estaba algo más a tono para intentar pasar por uno de los suyos… y para pasar a la mesa.
Ejecutivos y potentados del Golfo vestidos en sus camisoncillos blancos o dishdasha daban cuenta de los sushis que los cocineros preparaban a la vista, los tentempiés y los mezzes morunos repartidos por los varios buffets del amplísimo lounge. Otros con más tiempo se decantaban por una cena en el restaurante a la carta, acompañada por unos vinos de escándalo a pesar de que por estos pagos en teoría no se bebe. También se puede optar por desayunar a cualquier hora, del día o de la noche. Panecillos todavía humeantes, pasteles recién hechos, tés exquisitos de medio mundo… Y absolutamente todo con coste adicional igual a cero.
Como echar una cabezadita en las butacas reclinables se me hacía un desperdicio, opté por ponerme al día con la prensa a ver qué nuevo caso de corrupción patria había aflorado en mi ausencia. Lo tenían todo: desde el Gulf Times hasta El País. De ahí a consultar los correos aprovechando el wifi, y luego a trabajar un rato, más cómodamente, en el business center, con hasta servicio de secretaría. Y de ahí, que un día es un día, a pecar en el duty free exclusivo de esta terminal, donde junto a las consabidas marcas de lujo despachaban algún producto más de Oriente Medio, como los velos negros, adornados con un derroche de pedrerías, que de pies a cabeza cubrían a no pocas huéspedes de la Premium.
Lástima que mi sobrino no me haya enseñado a jugar a la play, porque tienen una salita con los últimos modelos, y lástima también que no me doliera nada, ya que hay médico de guardia las 24 horas. Igualmente cuentan con un área para familias en la que los niños pueden desgañitarse a sus anchas sin molestar al vecino y, claro, con zonas de oración, separadas como corresponde para hombres y mujeres.
A lo que no pude acceder fue al spa, con jacuzzi, sauna y hasta masajes, ni a las habitaciones en las que enfundarse en el pijama que te proporcionan allí mismo y dormir a pierna suelta como si fuera un hotel. Eso es solo para los que vuelan en primera, y se ve que la clave secreta de mi billete no alcanzaba para tanto. Conseguí sin embargo algunas fotos.
Aurora Pimentel Igea
Fascinante el mundo de los ricos. Lo de los productos de L’Occitane y las variedades culinarias by the face me ha gustado. Y así, si nadie se entera, lo de la nursery para que los niños mal educados solo den la lata al personal cualificado para aguantarles también está fenomenal…
Elena del Amo / Ni el baúl de la Piquer
Efectivamente es de no dar crédito lo bien que viven los que viven bien!
Alberto Conde
Qué bien me lo he pasado, Elena, leyendo tu experiencia VIP descrita con ese salero que te caracteriza. Además, gracias a tu relato, algunos entenderán por fin de qué son contrapartidas los llamados “recortes” y quién es el “nosotros” de expresiones del tipo “vivimos por encima de nuestras posibilidades”.
En cuanto a la auténtica buena vida, Allah nos libre de buscarla en un medio como ése o de anhelar los gustos del parásito. “Qui quitte la partie la gagne” (Chamfort).
Un besote !
Elena del Amo / Ni el baúl de la Piquer
Me reconforta pensar, querido Alberto, que a Bárcenas y a todos los Bárcenas que en España hay, después de haber paladeado lujos semejantes a costa de lo que nos han robado, el trullo les va a saber mucho peor que a cualquier choricillo de a pie. Insha’Allah!
Santiaguito
Excelente reportaje…. solo me plantea una duda ¿ Había parking para la gallina que sin duda don Paco Martínez Soria debiera llevar debajo del brazo? ¿Donde colocó su caja de fontaneda atada con cuerdas? Es que a veces estos potentados no cuidan los detalles….
Elena del Amo / Ni el baúl de la Piquer
Uy, Santiaguito, lo del párking para gallinas lo tengo que investigar… mira yo que no caer en eso… menuda periodista de todo a cien que estoy hecha!!!