Un comentario


  • Francisco

    Precioso cuento y digno de la sensibilidad de quien lo ha reproducido en su página.
    Me recuerda mi primer viaje a Katmandú hace ya más de treinta años.
    Unos de mis primeros días en la ciudad entré a una pequeña panadería en New Road, la calle principal del casco viejo, Para comprarme algo de comer. Al salir había un niño esperándome que miró con anhelo el bollo que había empezado a morder. Volví dentro de la tienda y le compré otro. Cuando salí, había una docena de niños esperándome y otros más se acercaban. No recuerdo cuantos bollos compré. Me alejé mientras se los repartían.

    abril 17, 2015

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